Como leyendas, hay varias, las
que dan origen al “santoral profano" correntino. Cada indio que se
llevó una imagen, tallada por sus manos, tuvo una conciencia distinta de su
santo, o de su dios o de su protector.
En el Culto a San La Muerte,
las leyendas son varias, aquí quiero reseñar las que han llegado a
mis oídos. Estas leyendas pueden ser distintas unas de otras o simplemente ser
la continuación, en distintos tiempos de una misma historia.
Cuenta la leyenda que la tribu
de los Guácaras. que tuvo su asentamiento en lo que es hoy Santa Ana de los
Guácaras, que cuando se fueron los Jesuitas. los indios tomaron las imágenes de
la Iglesia, en una de ellas había un tríptico en donde estaba representada la
Tentación de Jesús en el pináculo de Templo de Salomón, con los personaje de:
Jesús, el Diablo y La Muerte y la victoria de la Muerte a cambio de un traspié de
Jesús. Los indios se repartieron el tríptico formado por tres tablas talladas
por ellos y, de esa manera se fueron y cada uno por su lado le siguió
efectuando cultos, pidiéndoles protección y todas las gracias que necesitaban.
Esto dio origen a lo que hoy
se conoce San Diablo (la tabla con la imagen del Diablo); a Jesús que no sufrió
demasiadas transformaciones ya San La Muerte (también de la tabla con la talla
de la Muerte). Luego cuando vuelven los sacerdotes a ejercer los oficios religiosos,
estas santificaciones se adaptaron en las capillas cristianas.
Otra leyenda data de una
antigüedad mayor que la anterior.
Cuenta la leyenda que existió una vez, un rey que fue famoso por ser justo en administrar justicia. Este rey muere y va al cielo. En presencia de Dios, éste le reconoce lo justo que habías sido en la tierra cuando administraba justicia y le pide que lo ayude en una labor en la cual él iba a ser idóneo para esa tarea, le encomendó el cuidado de la vida y de la muerte de los humanos. Dios lo llevó a un lugar del cielo en donde había un sin fin de velas encendidas, allí le ofreció un trono, las había mas largas y mas cortas, había velas masgrandes y mas pequeñas, Díos le dijo: "- ¿Ves todas esas velas encendidas...?, pues esas velas son la vida de los hombres de la tierra. Tu labor será que cuando una de las velas se termine de consumir, tendrás que bajar e ir a buscar su alma para conducirla ante mi presencia.
Cuenta la leyenda que existió una vez, un rey que fue famoso por ser justo en administrar justicia. Este rey muere y va al cielo. En presencia de Dios, éste le reconoce lo justo que habías sido en la tierra cuando administraba justicia y le pide que lo ayude en una labor en la cual él iba a ser idóneo para esa tarea, le encomendó el cuidado de la vida y de la muerte de los humanos. Dios lo llevó a un lugar del cielo en donde había un sin fin de velas encendidas, allí le ofreció un trono, las había mas largas y mas cortas, había velas masgrandes y mas pequeñas, Díos le dijo: "- ¿Ves todas esas velas encendidas...?, pues esas velas son la vida de los hombres de la tierra. Tu labor será que cuando una de las velas se termine de consumir, tendrás que bajar e ir a buscar su alma para conducirla ante mi presencia.
Mientras las velas estén
ardiendo esas personas están vivas, una vez que se haya consumido, es cuando se
acaba el tiempo para esa persona, como ves, hay velas mas grandes y velas mas
pequeñas. no todos tienen el mismo tiempo de vida allí en la tierra". Así
por orden divina se convirtió en el ayudante de Dios para controlar la
existencia de los hombres, Sus devotos se encomiendan a él en la vida y para
que los proteja en la hora de la muerte.
En los Esteros del lberá se cuenta otra leyenda, o como dije, otra parte de una misma leyenda que forma la historia de este Santito: Cuentan los lugareños, que en la región, hace unos 150 años aproximadamente. Habla una prisión en donde estaban albergados los leprosos. A estos, por miedo al contagio, los tenían apartados de los demás reclusos, en una edificación alejada. En el pueblo existía un "Payé" (médico brujo), unos dicen que fue un monje Franciscano o un monte Jesuita que cuando Carlos III de España los expulsó de la región, se quedó en el lugar para ayudar a los indígenas. Este Payé era conocido por su poder de curación, a través de la administración de cuyos brebajes, curaciones "de palabra" y oraciones, la administración de un “agua curativa”, su gran amor al prójimo, el cual abarcaba también a los leprosos, cuando éste se adentraba en sus celdas para ofrecerle agua a los enfermos en la culminación de sus vidas por medio de la enfermedad.
Este monje era poco para toda
la comunidad. Sus tareas se debían multiplicar para dar auxilio a
todos los que requerían de su ayuda para curar males del cuerpo como así
también males espirituales, o bien sacarle "algún daño” a una persona que
.había sido víctima de algún "ojeo", por otra mal intencionada. El
Payé se hacía su tiempo para correrse hasta la orilla del río (o laguna),
sentarse bajo algún árbol frondoso, ponerse en cuclillas, y meditar mirando
correr el agua.
Todo seguía igual, con la
monotonía de siempre, ayudaba a las personas del poblado y de los
que venían de la selva; llevando el agua para calmar la sed de los enfermos en
el leprosario; tomándose el tiempo para descansar su delgado cuerpo a la sombra
de un árbol en la orilla del río. Hasta que, llegaron al lugar nuevamente los
sacerdotes cristianos, que volvían a retomar la empresa comenzada por los
misioneros.
Los sacerdotes al enterarse de
la presencia del Payé, confabulan con las autoridades y hacen poner preso a
éste, y lo encierran en una celda con los leprosos. El Payé, sin oponer resistencia
se deja conducir, que lo encierren. Pero en protesta hace ayuno y de pie.
Apoyado en un callado (bastón largo que utilizan los pastores o los viajeros
para ayudarse a caminar), de pie, hasta que la muerte le llega en un momento.
Nadie se había dado cuenta de su muerte hasta luego de un tiempo
prolongado cuando abren la puerta de su celda y lo encuentran muerto, de pie
con su túnica negra, apoyado en el callado (que tenia forma de L invertida) sus
carnes consumidas. era solo su esqueleto cubierto por la piel.
El apodo de Señor La Muerte
puede venir, porque Payé, se ocupaba de las personas con lepra, (que en esa
época tener esa enfermedad, la cual no tenia cura, era una sentencia de muerte
segura).
Otra versión de la misma
leyenda cuenta que el hijo de un cacique, joven y fuerte, estaba protegido por
Yasi (La Luna). que le había enseñado a fabricar un amuleto protector. Su madrastra
era iniciada en el culto a Añá (el Diablo) envidiosa .por la suerte de Payé,
por la valentía y el coraje de éste, quería todos los atributos para su hijo.
Una noche mientras dormía, su madrastra le robó el amuleto. Desde ese entonces
Payé que era invencible, comenzó a debilitarse corriendo peligro de muerte.
Entonces Tupá (Dios supremo de los guaraníes) le envía un ave que
le revela al joven Payé lo ocurrido y como recuperar el amuleto y recuperar su
salud y gallardía. Mientras la madrastra enloquecía de envidia.
De la misma leyenda, al sufrir
deformaciones por la divulgación de boca en boca, de generación en generación,
he encontrado que los guaraníes enterraban a sus muertos en posición fetal,
porque decían que la vida volvía a reciclarse, y de esta manera la persona se
preparaba en la misma posición que tendría en el vientre de la madre para
volver a nacer. Esta posición a muchos la comparan con la imagen de San La
Muerte en cuclillas o en posición fetal, asimilándose a la forma de Payé cuando
iba a orillas del río a meditar o descansar, además de
ver su esmirriado cuerpo “parecido a un esqueleto” con la capa de piel sobre
los huesos. Esa imagen con el tiempo se pudo haber deformado por la tradición
oral como se decía “tan flaco que es todo huesos vestido con una capa negra,
parece un esqueleto con túnica ...”
Sin desdeñar otra información,
los lugareños le han dicho a los recopiladores de datos y leyendas en
Corrientes y sus alrededores, que el culto a San La Muerte se produce a partir
de la expulsión de los Jesuitas de la Cuenca del Plata por orden de Carlos III.
Un dato para tener en cuenta
es que durante la permanencia de los Jesuitas en la región guaraní, estos tenían
un a imagen de Cristo sentado con la barbilla apoyada en las manos y los codos
apoyados en las rodillas. A este Cristo se le llamaba Señor de la Humildad y la
Paciencia, e incluya en el santoral cristiano, venerándose el 15 de Agosto su
conmemoración. Es de ahí que en algunos lugares se le venera a San La Muerte ese
día, sincretizandolo con el Señor de la Humildad y la Paciencia.
Pero generalmente la fecha de
veneración en donde los “promeseros” les rinden culto es el día 20 de Agosto.
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